Crêpes, filloas y panqueques

 

Su origen es incierto. Se presupone que es un plato celta, muy extendido en sus principios, donde se estableció dicha cultura. El uso de la piedra caliente para cocinarlas ayuda a la idea. Y así se explicaría que existan por el norte de España con distintos nombres, y lleguen a la Bretaña (celta) francesa con el nombre de "crêpes". Por mucho tiempo quedaron en el ámbito rural y como una tradicional receta, extremadamente versátil.

La palabra crêpe viene del latín “crispus” (crespo, ondulado) y suele estar asociada a todo tipo de tradiciones, juegos y supersticiones populares en los principios de primavera.

Es una torta que está hecha con harina de trigo, la cual puede servirse rellena de carne, vegetal, dulce etc. Los huevos ayudan a cuajarlas. Por otro lado, la grasa hace que estas tortas sean más suaves y sabrosas. Además, añadir un poco de grasa en la pasta, ya sea mantequilla o aceites, ayuda a que no se peguen al freírlas. También suele utilizarse cerveza suave. Además de aportar su característico sabor amargo, sustituye, en cierta medida, a la levadura que llevan algunas recetas para hacer las crepes más esponjosas.

Son una garantía de sabor y sus tipos son innumerables, dependiendo de cuál sea su acompañamiento. Todas son deliciosas, pero la reina indiscutible actualmente es la crêpe francesa.

La crepe, filloa, o panqueque son unas delgadas láminas de pasta de harina que se cocinan en una sartén especial. Se comenta que su origen es francés, aunque en realidad su origen es celta. Toda la cornisa Atlántica, desde Francia hasta Galicia, tienen recetas similares pero con diferentes variantes. Su ductilidad para acompañar tanto dulce como salado la hacen imprescindible en recetas exquisitas.

La emigración gallega y la influencia francesa en Sudamérica crean los panqueques argentinos, con personalidad propia. En otros países americanos se emplea sobre todo el maíz, creando la sublime arepa.

Su antigüedad es muy remota. Se mencionan por primera vez en el siglo XIV y se dice que eran comida de pescadores y gente de economía sencilla, que las tomaban como acompañamiento de sus platos habituales.

Pero las crepes adquieren más categoría como manjar en 1895. Ese año, Henri Carpentier, chef del Café París en Montecarlo, creó con ellas un postre especial para servírselo al Príncipe de Gales, la crêpe Suzette.

Durante el martes de Carnaval y la fiesta de la Candelaria, toda Francia se divierte comiendo las crepes, haciendo "faire sauter la crepe" o darle la vuelta en el aire. Al igual que por Carnaval las comen en toda Galicia. Las filloas gallegas son superiores y diferentes a los crêpes de Bretaña y a las sofisticadas crêpes Suzette de los restaurantes.

Las filloas fueron parte de la alimentación propiamente dicha y obra casi cotidiana en la cocina, pero ahora han pasado a postre, ya de leche, ya de caldo de lacón, ya de sangre.
Son famosas las "filloas de Carnaval” o de las matanzas, que coincide prácticamente con las tradiciones celtas de cambio de estación.
Esta semana os envió las famosas crêpes Suzette, las crêpes Cesar, los panqueques, las filloas de carnaval de caldo y leche y las crêpes de naranja.

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