En lugar de escribir sus memorias, la actriz más glamurosa del cine  Audrey Hepburn, coleccionaba las recetas que cocinaba para su familia.

Cuenta su hijo en la introducción de «Audrey en casa» (para explicar como surgió la idea de recoger en un libro la intimidad hogareña de su madre) que estaba él en la cocina con una amiga cuando ella se fijó en una carpeta polvorienta. La cogió de la estantería y se cayeron varias hojas escritas con una caligrafía densa con recortes y notas.

Una actriz que ha pasado a la historia como un icono de moda, tan elegante como delgada, de la que nadie podía imaginar que fuera una redomada cocinera, que disfrutaba comiendo y cocinando para su familia.  El haber padecido una juventud marcada por los estragos de la segunda guerra mundial, en la que perdió a una buena parte de su familia, generó en ella la obsesión permanente por crear un hogar. Esa ansia de intimidad tan inimaginable en las actrices de Hollywood, cobró vida cuando las actriz decidió abandonar su carrera de éxito en el cine y convertirse en ama de casa. Dijo en aquellos momentos:

Es triste que la gente piense que es una vida aburrida. Se trata de las flores que eliges, la música que escuchas, la sonrisa que esperas. Yo quiero que mi casa sea un lugar feliz y alegre, un paraíso en este atribulado mundo. No quiero que mi marido y mis hijos vuelvan a casa y se encuentren con una mujer intranquila. Nuestra época ya es suficientemente intranquila.

Las recetas que la actriz cocinaba habitualmente descubren a una mujer de gustos sencillos y naturales que encontró finalmente en el calor de una cocina lo que buscaba en la vida: amor y seguridad.